Después de más de 240 días, podemos decir que los incendios de Australia son cosa del pasado. Al menos, de momento. Por fin no hay ningún brote que pueda poner en peligro la vida de sus habitantes, tanto humanos como de otras especies.
Meses antes, los incendios forestales afectaron a millones de hectáreas de vegetación, así como a miles de millones de animales. Estos se han llevado una de las peores partes de las llamas, quedando sin hogar y gravemente heridos en muchos casos.
Australia, por fin, libre de fuego
Pero por fin se puede dar la buena noticia.
Todo comenzó en julio del 2019. Los incendios han durado imparables hasta este mismo mes de marzo de 2020. Sin embargo, por fin las llamas se han detenido. Todo gracias a todos aquellos que unieron fuerzas en salvar el país: autoridades, voluntarios y, cómo no, las lluvias que han sido protagonistas de este tramo final de la historia.
Uno de los organismos fundamentales ha sido el Servicio de Bomberos Rurales de NSW. Se trata de una agencia voluntaria que ha actuado contra los incendios en Australia y cuya ayuda ha sido crucial en los últimos meses.
El pasado 2 de marzo, confirmaban la buena noticia a través de la red social Twitter:
“Por primera vez desde principios de julio de 2019, actualmente no hay vegetación en llamas en #NSW. Eso significa, más de 240 días de actividad de incendios para el estado”.
Rob Rogers, subcomisionado de RFS, ya confirmaba el pasado 13 de febrero que los incendios que estaban ardiendo se habían terminado extinguiendo.
“Fue una temporada realmente devastadora tanto para la vegetación, como para los bomberos, como para los residentes que han sufrido tanto.”
Fue una época desoladora en la que miles de australianos se vieron envueltos. Nueva Gales del Sur fue el área más afectada. El pasado mes de diciembre, la ciudad de Sydney medía la calidad del aire y su resultado fue preocupante: once veces sobrepasaba lo “peligroso”.
Con ningún incendio activo en las ciudades de Australia, las autoridades ya trabajan para ofrecer su ayuda a todos los afectados y que estos puedan llegar a recuperar sus vidas de forma normal. O, al menos, intentarlo.