RUDEZA INNECESARIA.: POR DAVID GILMOUR

Antes de comenzar, quiero agradecer a En Primera Plana, el espacio para interactuar con los internautas que siguen este portal que, a pesar del poco tiempo, destaca por la prontitud y sentido oportuno de la noticia. En este portal sentimos la noticia al momento, al instante, por ello, se convierte en esa nueva alternativa que ocupa un espacio que ha sido olvidado por los demás, el lector.
Hace unos días leí un interesante artículo de El País sobre las acciones que el gobierno de Islandia emprendió para combatir el alcoholismo y la drogadicción entre sus jóvenes, hace dos décadas, este país nórdico tenía las tasas más altas en estas adicciones, tan solo el 47 por ciento de menores de 15 años habían consumido alguna bebida alcohólica, el 18 por ciento, alguna droga, de los más altos porcentajes de todo el Viejo Continente.
Este relato comienza con una pequeña observación de su autor mientras estaba sentado en un parque público en Reykjavik: eran las 5 de la tarde y no vio a ningún joven, le pareció extraño que el parque estuviera solo y, como buen periodista, se acercó a preguntar a una persona el porqué de la ausencia de chavos, la respuesta fue simple pero asombrosa para el receptor, “simplemente, los jóvenes están en sus actividades extra escolares: música, deportes, ciencia; por eso los jóvenes no están en la calle ahora”.
Pareciera simple, pero hace 20 años el gobierno y la sociedad de Islandia no tenían la misma certidumbre que ahora. Después de darse cuenta del peligro que acechaba a sus generaciones, tanto las autoridades, sector educativo y las familias formaron una alianza común para no dejar en el abandono a sus jóvenes.
El gobierno por su parte sentó las bases jurídicas, endureció las penas contra los consumidores menores de edad, quedó prohibido que menores de 13 años estuvieran fuera de sus casas después de las 10:00 de la noche, para los menores de 15, el limite era la media anoche; las escuelas abrieron sus puertas para que los jóvenes tuvieran una alternativa y los padres de familias supervisaron las reuniones para evitar el consumo de cualquier enervante.
El gobierno construyó centros deportivos, escuelas de artes y vinculación con la ciencia y la tecnología; jóvenes de escasos recursos cuentan con una beca gubernamental para acceder a estas actividades, exclusivamente para estas actividades.
En el papel parece sencillo, pero poner de acuerdo a todo un país, no lo es.
Pero se preguntará, ¿Por qué esta referencia, a mí que me importa? Siendo honesto, pensé lo mismo, pero como en ese momento fuimos bombardeados por los spots del primer, o tercer Informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien presumió la entrega de becas para estudiantes de todos los niveles educativos.
Al hacer una breve reflexión, me topé con la triste realidad: más de lo mismo, pero ahora morado, o moreno o, como sea…
Esto es una evidencia de lo clientelar de los programas sociales en México: huecos, sin sentido, sin una visión a largo plazo, sin un objetivo productivo y –simplemente-, clientelares.
¿Qué podemos hacer, como podemos enderezar este error, como podemos sacar a nuestros jóvenes de la sombra de las adicciones? La respuesta puede no ser la misma de lo que se hizo en Islandia, pero lo que, si podemos hacer, es una alianza social, gubernamental con la participación de la academia, empresarios e instituciones, un objetivo común, sacar a los jóvenes de las adicciones, pero la realidad de México es otra: el Presidente, las instituciones, padres de familia y demás integrantes de la sociedad no compartimos la misma preocupación, por lo menos en el papel, no. Entregar becas no es la solución, trabajo de aprendices parece que tampoco lo es, sea cual sea la respuesta tenemos que estar como sociedad unidos en el mismo objetivo, pero mientras continúe la visión sesgada del gobierno y el conformismo de la sociedad, no avanzaremos a ningún lado.
Espero contar con su valiosa lectura, con esta reflexión semanal y lo más importante, su compañía.